MCMCVIII/E – Padua - 1998

TEMA: TERCERA EDAD

La situación actual de nuestro mundo, especialmente de los países desarrollados, ha llevado a una evidente paradoja: mientras cada vez vivimos más por los adelantos científicos y sociales, cada vez tenemos más problemas con el cuidado de los ancianos.

Estos supuestos que parecen contradictorios tienen un mismo origen pues son producto de nuestro actual modo de vida basado en lo que podríamos denominar bienestar: mayor esperanza de vida y renta percápita; bajas tasas de mortalidad, medicina hospitalaria y preventiva, investigación médica, servicios sociales... pero también en un falso concepto de la felicidad que responde casi siempre a estímulos externos y satisfacciones inmediatas.

En este mundo en el que como sabemos las esferas de lo intelectual, lo espiritual, lo emocional y lo físico permanecen separadas, en el que la comodidad se asocia a los bienes materiales, a la acumulación y la posesión; en el que prevalece el culto al cuerpo, reina el mito de la eterna juventud que acapara la belleza, el éxito, etc. y gran parte de la población se niega no sólo a envejecer, sino a crecer, no hay lugar para la supuesta decadencia de aquellos que han rebasado con creces la edad adulta.

Entronizado lo superficial, lo intrascendente, aquello que es producto de la casualidad y la naturaleza y no de la experiencia o el aprendizaje, la persona mayor tiene que resignarse a sobrevivir en una sociedad que lo rechaza y que al mismo tiempo se esfuerza a toda costa en mantenerla con vida. Además cuando se hace evidente la injusticia de esta conducta no se corrige, sino que se comienza a tratar a los mayores como objetos dignos de atención ofreciéndoles alternativas de ocio y vida estandarizadas que sólo ocultan – cuando lo hacen – la situación.

Considerando que nuestros mayores son depositarios de nuestra cultura y tradiciones, memoria de nuestra historia y artífices de nuestro presente, la O.M. La Cruz de Malta estima que deben estudiarse soluciones a su problemática que pasen por la dignificación de su existencia, concediéndoseles la oportunidad de seguir siendo parte de esta sociedad como miembros de pleno derecho, integrados y respetados por todos, potenciales colaboradores en nuevas lecturas de nuestro presente y del futuro que entre todos debemos construir.

Considerando la importancia de esta problemática y sabiendo que la atención a los mayores debe ser uno de los pilares del desarrollo propongo a la Dirección General de la Cancillería que se incorpore como tema de estudio en la formación para el desarrollo (Discurso del Presidente MCMXCVI/A) la importancia del conocimiento de la historia de los pueblos también a través de sus testigos vivos y la insto a que cree una Comisión que estudie un proyecto de atención integral de la Tercera Edad que contemple alojamiento, salud, etc. y garantice que nuestros mayores continúen integrados en la sociedad a la que tantos servicios han prestado, ofreciéndoles nuevas alternativas de realización personal.