del 15 al 19 de marzo de 1999
CONCLUSIONES
Finalizado el Congreso se constató que la salud es un indicador de desarrollo tanto desde una perspectiva cuantitativa como cualitativa, pues el estado de la salud en las distintas regiones del mundo nos indica su nivel de desarrollo y también la idoneidad del proceso. Aunque se admitió que salud y desarrollo son elementos que se autoimplican, en este Congreso se puso de manifiesto así mismo que esta regla puede tener sus excepciones, pues si bien existen regiones en que el subdesarrollo y la salud son inversamente proporcionales, hay otras en las que paradójicamente, el denominado desarrollo produce nuevas y profundas alteraciones en la salud.
Esto llevó a concluir de forma general que aunque es necesario seguir buscando estrategias para mejorar la salud en el mundo, tanto o más importante es continuar repensando y revisando las concepciones que manejamos de lo que tiene que ser el desarrollo y cuáles deben ser los elementos constituyentes de un proceso que, bien concebido, puede constituirse en una forma de prevención.
Específicamente, en cada una de las mesas se insistió en los siguientes aspectos que han de ser entendidos como argumentos de esta visión global de los vínculos entre la salud y el desarrollo.
MESA A: SALUD Y MUNDO EN DESARROLLO. DESNUTRICIÓN Y ENFERMEDADSe insistió en la importancia de fomentar una educación para la vida y adecuada al género, como estrategia fundamental para alcanzar la salud en los países en desarrollo.
Se defendió el diseño de sistemas sanitarios únicos, integrales y gratuitos basado en una buena planificación del uso de los recursos sanitarios.
Se confirmó el potencial que representan en la mejora de la salud en estos países la labor de las organizaciones internacionales tanto gubernamentales como no gubernamentales (especialmente la OMS), aunque se valoró la necesidad de hacer más cercana su labor a los agentes locales.
Por último, se señaló que en ningún caso se puede aplicar el mismo tratamiento a todos los países en desarrollo. Desde esta perspectiva, se defendieron los pactos de corresponsabilidad en la administración y gestión de la salud en el ámbito local tendentes a fomentar un "Liderazgo compartido" por gobiernos y comunidades.
MESA B: SALUD Y MUNDO DESARROLLADO. TRASTORNOS ALIMENTARIOS
Se estableció la necesidad de empezar a considerar la anorexia y la bulimia como un problema cultural que amenaza la salud mental de la población, producto de los recientes cambios sociales y la consiguiente transformación de los valores. En este sentido, se estableció la importancia de ser consciente de que todos estamos sometidos a parecidas influencias y que por lo tanto, nadie está excluido totalmente de llegar a desarrollar un Trastorno de la Conducta Alimentaria.
Se señaló como uno de los desencadenantes de la aparición de los Trastornos de la Conducta Alimentaria, la desintegración social y familiar, así como la incapacidad de encontrar modelos alternativos de relaciones y convivencia, coherentes con las nuevas circunstancias y útiles a los individuos.
Se discutió ampliamente acerca del planteamiento de nuevos enfoques asistenciales, debido a las carencias detectadas en el tratamiento de los Trastornos Alimentarios. En ellos se destacó la importancia de combinar el enfoque terapéutico con otro de carácter socio educativo tanto para los pacientes como para su entorno especialmente el familiar.
Se insistió en la necesidad de actuar tanto en la prevención, como en el tratamiento desde una perspectiva interdisciplinar y especializada.
MESA C: SALUD Y TERCERA EDAD. EL PROBLEMA DE ENVEJECIMIENTO EN LA POBLACIÓN
Se defendió como principal reto en materia de atención a los mayores la creación de un sistema de recursos y apoyo que se desarrolle paralelamente al actual modelo de atención familiar, insistiéndose en la importancia de ofrecer prestaciones que faciliten la integración social de los mayores y su disfrute de los recursos de la comunidad así como su participación activa en la misma.
Así mismo, se propuso la interrelación entre los servicios sociales y sanitarios a fin de promover nuevas formas de cubrir las necesidades de nuestros mayores: acogimiento familiar, viviendas para mayores, centros de día, etc.
Como referencia constante a lo largo de todas las sesiones se manejó la idea de valorar el patrimonio moral y cívico que representan los mayores, y también que toda política social de atención para este sector de la población debe evitar, en lo posible, las residencias permanentes, permitiéndole el envejecimiento en su propio entorno.
Como temas comunes a las tres mesas destacamos las siguientes cuestiones:
La gran importancia de una educación vinculada al desarrollo y en consecuencia vinculada necesariamente a la transformación de aquellos valores al uso que potencian la insolidaridad y el egocentrismo individual y colectivo.
La conveniencia de la difusión de información acerca de los servicios de salud a todos los niveles de la población.
La necesidad de seguir revisando la legislación tanto local como nacional, a fin de garantizar los mismos derechos a todos los ciudadanos.
La valoración de nuevos recursos de reciente aparición como, por ejemplo, el voluntariado social.
La trascendencia de la investigación en el campo de la salud y fundamentalmente de la cooperación interuniversitaria, como forma de identificar nuevas líneas de trabajo y estudio
Por último, todos coincidimos en que la alternativa a los problemas planteados se encuentra en un cambio social fundado en la transformación de las normas y conductas sociales.