del 23 al 27 de marzo de 1998

CONCLUSIONES

El problema de la vivienda y de las infraestructuras se manifiesta en las diversas modalidades y situaciones del desarrollo, en todo caso, como problema del hábitat humano en sentido general.

La dinámica del crecimiento económico y demográfico está revelando dimensiones absolutamente inusitadas, diferentes al proceso histórico e insoportables.

La entidad de esta transformación se muestra particularmente preocupante en relación con los siguientes aspectos:

Frente a esta situación y ante la gran relevancia estratégica de la futura transformación, es indispensable tomar conciencia brevemente, de la necesidad de una profunda modificación e inversión de la tendencia de la situación actual.

En particular es necesario:

Dirigir todas nuestras actuaciones hacia un desarrollo sostenible, considerado como el reencuentro entre el hombre y su territorio, su identidad histórica y cultural.

Favorecer el respeto a la naturaleza a través de la integración sistemática de la vivienda en el medio desde el que se proyecta.

Proponer límites a las transformaciones del territorio frente a la capacidad de la naturaleza de regenerarse y al nacimiento de su carácter y tesitura histórica.

Recuperar el concepto de vivienda tradicional pensada a partir de las potencialidades y necesidades de cada entorno geográfico y adaptada a las particularidades de cada pueblo como único medio para garantizar procesos de desarrollo equilibrados, ecológicos y humanizados.

Proponer de nuevo la participación de los ciudadanos en las decisiones de organización urbana como método necesario y permanente de la vida democrática y social partiendo de un proyecto de educación cuyo fin sea la conciencia sobre el medio ambiente.

Buscar sistemas para incorporar a la organización de la vida en sociedad tecnologías que sin despersonalizarla reduzcan al mínimo las consecuencias negativas de nuestro modo de vida.

Asumir el diseño simultáneamente atento a la ciudad y al territorio como premisa imprescindible para garantizar el desarrollo económico y social de la población presente y de las generaciones futuras.

Proyectar el espacio público para las relaciones humanas y para el funcionamiento de la ciudad partiendo de la afirmación de que el territorio es un bien público y se debe a la responsabilidad colectiva.

Garantizar las relaciones y movilidad de los ciudadanos a través de un sistema de transporte público en propia sede como condición esencial para reencontrar eficiencia y calidad en la vida urbana.

Proponer métodos eficaces para la eliminación de los residuos sólidos, la captación y reutilización de las aguas, el uso de energías renovables, el consumo de productos no contaminantes y reciclables en todas las esferas y ámbitos de nuestra sociedad sin olvidar que esto no puede ser entendido como una consecuencia del desarrollo sino como condición del mismo.

Estudiar soluciones específicas para la vivienda y las infraestructuras de los países en desarrollo que no pasen por repetir miméticamente las experiencias llevadas a cabo en los países desarrollados. Esto es, estudiar soluciones creativas que se aparten de la visión economicista del mundo rico incorporando los resultados de su aprendizaje así como los actuales conocimientos científicos y sociales a realidades particulares.

Paralelamente, repensar estrategias financieras más diversificadas, flexibles y dinámicas que permitan acometer nuevas dimensiones de los procesos de desarrollo en este sector.

Desarrollar la más amplia cooperación cultural, técnica y política como recurso para dotar de una nueva dimensión y calidad a los asentamientos humanos.

Por último, recordar una vez más la importancia de la concienciación acerca de la realidad del subdesarrollo y dentro de ésta estimular la preocupación por el medio ambiente, la diversidad cultural, los derechos humanos, la integración de las minorías, la cooperación y comprensión internacional, etc.