MARÍA

Vuelvo a casa de noche, pero trabajo todos los días para poder ganar lo suficiente para pagarle a mi madre la comida y la ropa.

Tengo dos hermanas, las dos más pequeñas, y me encargo de ellas cuando estamos en la calle pidiendo limosna.

Con diez años en la actualidad, María ha sido la principal fuente de ingresos de su familia desde hace tres años. Su padre está ausente y su madre sin trabajo. María vive en la capital de Albania, Tirana, donde unos 130 niños pasan el día pidiendo alrededor de los dos hoteles de la ciudad.

Albania, el país más pobre de Europa, tiene pocos niños de la calle comparado con otras partes del mundo.

Pero el problema está creciendo, debido sobre todo a las presiones económicas. Muchos gobiernos de Europa del Este han reducido servicios, mantenido los sueldos bajos y retirado subsidios en asuntos esenciales. En Albania, el 20% de los niños están mal nutridos y la mortalidad infantil se ha doblado desde 1989.

“Fui a la escuela durante tres años y me encantaría volver. A veces me pongo enferma y no puedo trabajar.

Una vez me detuvieron y me llevaron a la comisaría durante tres horas, pero me soltaron. Lo que necesito es comida y ropa y alguien que me cuide”.

María se enfrenta a una responsabilidad de adulto y carece de la educación que le permitiría mejorar su futuro. Vive al margen de la sociedad y corre peligro de caer en el mundo de la prostitución y las drogas. María contó su historia a ChildHope, una organización caritativa internacional que lleva a cabo planes de salud, educación y enseñanza para los niños de la calle.

Estas ONGs suelen ser a menudo la única fuente de protección que tienen las personas vulnerables.

UNA GRAN FAMILIA

De 1998 a 1992, una extraordinaria familia de 12.500 niños sudaneses vagaban por el desierto de Sudán, Etiopía y Kenia. Algunos habían quedado huérfanos en la guerra civil de su país.

Se cree que muchos fueron arrancados de sus familias por las fuerzas rebeldes sudanesas para convertirlos en soldados.

Acompañados por unos cuantos profesores – miembros de – Ejército Popular de Liberación de Sudán – los niños andaban sin parar, descalzos, caminaron 2.000 kilómetros durante su odisea de cuatro años.

Los niños, de entre 10 y 16 años la mayoría, se convirtieron en adultos antes de tiempo. Asumieron la responsabilidad de cuidar de otros y de los que estaban traumatizados por sus experiencias o sufrían enfermedades relacionadas con la malnutrición. Se convirtieron en su propia familia de sustitución, proporcionándose unos a otros apoyo y una sensación de pertenecer a alguna parte.

En 1992, los niños llegaron finalmente a un campo de refugiados en Kenia, donde se quedaron. Algunos se reunieron con sus familias. Otros con la ayuda de organizaciones de apoyo a los refugiados, intentan encontrar a sus parientes con la esperanza de volver con ellos.

LA CASA DE PASSAGEM

“Yo era una persona muy desgraciada hasta que vine aquí. Ahora las cosas son mucho mejores para mí. Aquí he encontrado una familia.” Tras una noche trabajando en las calles de Recife, Brasil, algunas niñas encontraron un refugio temporal en la Casa de Passagem. Para otras, es un hogar en donde ayudan a librarse de la prostitución. Ha cambiado la vida de Prazeres, de 16 años:

“No sólo nos beneficiamos de la casa; formamos parte de ella”

Ana Vasconcelos, la directora de la Casa, destaca la importancia de que las niñas reconstruyan su debilitada autoestima, por medio del proceso de pasar revista a sus vidas. En grupos de conversación, las niñas comparten sus sentimientos acerca de las experiencias infantiles y las relaciones familiares. Muchas culpan a sus madres de sus apuros, pero gradualmente se van dando cuenta de que podían haber sido demasiado jóvenes y sin experiencia para cuidar niños.

Las chicas que no tienen familia pueden vivir en las viviendas comunitarias de la Casa. Allí ganan un pequeño salario por hacer la comida y tienen el apoyo de una familia de sustitución, especialmente importante para aquellas que tienen bebés o niños pequeños.

Ana es realista respecto a las posibilidades de ayuda de la Casa.

“Si me preguntan cuantas niñas cambian de verdad su manera de pensar, en el sentido de asumir su ciudadanía, la verdad es que son pocas, pero nuestro programa es muy joven. El año pasado tuvimos 18 niñas que cambiaron de verdad y que actualmente trabajan, educando y enseñando a niñas de la calle más pequeñas.

Pero todas las chicas cambian un poco. Las mayores nunca cambiaran la sociedad en que viven. Pero se comportarán de otro modo con sus hijas. No hay diferencias entre una niña de Recife y una niña de Londres. Una niña de la calle no es mas que una niña que no tiene nada.”

ADOLFO JIMÉNEZ PIZARRO

Adolfo Jiménez Pizarro, a los 12 años, se convirtió en el traficante de drogas más buscado de España. Adolfo procedía de una familia de gitanos que vivía en los arrabales de Madrid. En ellos, las chabolas hechas de uralita y tablas de madera rivalizan con los peores poblados de los países en desarrollo. Su padre, adicto a la heroína pasó 18 años en la cárcel por tráfico de drogas y se encuentra ahora en el hospital con SIDA. Su madre está en la cárcel por vender drogas y seis hermanos y hermanas en reformatorios o tras los barrotes.

Ha habido una progresión imparable en la relación de Adolfo con las drogas. Su madre le dio drogas blandas cuando era pequeño; empezó con las drogas duras a los seis años y dos años después ya era adicto; a los diez años empezó a trapichear con cocaína y heroína. Se hizo con el negocio familiar junto con su hermana mayor cuando metieron a su madre en la cárcel.

Por su rapidez, dureza y capacidad para sobrevivir en un entorno tan hostil, le llaman “El Ratilla”.

La policía ha cogido varias veces a Adolfo. Le han mandado a reformatorios y siempre escapa. El padre de Adolfo dice que no hay más alternativa que la venta de drogas para los gitanos, ya que no se les permite llevar a cabo sus actividades tradicionales de venta ambulante o puerta a puerta.

“No tenemos casas decentes ni  manera de ganarnos la vida. ¿Qué se puede esperar? Tenemos que usar a nuestros hijos para que nos ayuden”

La cadena de causa y efecto tiene muchos eslabones: La discriminación contra los gitanos y el abandono social conduce a las dificultades familiares, las pocas posibilidades de supervivencia y la explotación por parte de los padres. Un elemento más, muy preocupante, es la explotación de los medios de comunicación. Las hazañas del Ratilla llevaron a la prensa hasta el poblado gitano y colaboraron a convertir a Adolfo en un héroe local y nacional, admirado e imitado por otros niños.

“Atlas de las familias del Mundo”

Jo Boyden

Editorial Debate